Desbalance: Capítulo 2 – El enojo

El enojo es un estado emocional que nubla la razón. La mayoría de las veces ocurre cuando no se puede lidiar con cierto tipo de situaciones. Tienden a generar mayor enojo, aquellas que no está en nuestras manos resolver.

Existen muchos detonantes del enojo y muchos de ellos radican en nosotros mismos. Otros se deben a factores totalmente ajenos a la persona.

Los que produce el ego

El enojo producido por el ego se dispara cuando alguien es señalado de tener ciertos comportamientos o actitudes que niega tener, pero que en el fondo sabe que están ahí.

Ocurre cuando el sistema de valores del individuo es transgredido o se encuentra en riesgo. Usualmente este conjunto de creencias es desproporcionado en comparación con el estándar.

A veces se produce por  el fracaso; la incapacidad de la persona en lograr lo que se propone. El esfuerzo realizado para la obtención de un objetivo es vano porque no genera frutos. Otra veces es la frustración, producida por la falta de disciplina y de voluntad para llevar a cabo una acción.

Los que están fuera de nuestras manos.

Puede que estos sean los que más dolor produzcan porque el individuo puede hacer muy poco por evitar sus detonantes. Por más que haga, no encuentra forma de hacer que estos factores desaparezcan.

Un ejemplo ilustrativo son los chismes. Representa una ofensa sin motivos, que tiene como fin difamar y causar daños a la reputación de una persona. Sus repercusiones se hacen evidentes cuando un tercero da credibilidad al rumor y toma una postura contraria al supuesto victimario. La persona ofendida no puede evitar que los demás hablen en su contra, aunque puede tomar ciertas medidas para contrarrestar la situación.

Otros elementos que corresponden a esta categoría son la injusticia, las provocaciones, la violencia, entre otros.

Balance en el desbalance

El enojo puede convertirse en una fuerza abrumadora que puede llevar al ser humano a realizar acciones extremas. Este estado de ánimo pasajero, hace a la persona impulsiva e irracional cuando se encuentra fuera de balance. El fin del enojo es la violencia.

Es natural sentir enojo, porque es una respuesta humana a los estímulos a los que estamos expuestos. No obstante, sin importar el motivo; el enojo debe ser puesto bajo control.

Al enojo se opone la paciencia y el perdón: dos elementos clave para encontrar el balance. Se alcanzan únicamente a través de un profundo escrutinio del ser. Un examen de consciencia que evalúa objetivamente las razones que nos llevan al enojo y se determina a mejorar las áreas de debilidad identificadas.

Como decía un antiguo sabio:

26. “Enójense, pero sin pecar; que el enojo no les dure hasta la puesta del sol, 27. pues de otra manera se daría lugar al demonio.”
Carta a los Efesios, 4

Eso es lo que diferencia al ser humano del resto de la creación, nuestra capacidad de poner bajo control nuestros instintos y conducir la vida según la propia conveniencia. De manera consciente y racional.

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